sábado, 6 de octubre de 2007

Cuando no es como debería ser.


Hoy. Sentada en la rama más alta de mi árbol favorito escuché cómo, desde la cuidad entonaban una canción. Al principio no entendí, luego una frase invadió mi corazón: "Yo quiero tierra, yo quiero Sol, quiero crecer…" Sólo eso me bastó escuchar para inundar mi alma de recuerdos. Pensé en ti, bonita, en lo mucho que te gustaba esa canción, recordé tardes eternas en las que cantabas a mi lado e insistías que siguiera tu ritmo, recordé lo cruel que fui al decirte que no me interesaba y que me dejaras tranquila un instante.
"Yo quiero tierra, yo quiero sol" era lo primero que escuchaba cada mañana, y tal vez por eso despertaba siempre de mal humor. Recuerdo con nostalgia esas tardes eternas en las que estábamos juntas y no nos hablábamos, tú querías cantar, y yo deseaba dormir. Al pasar los años, dejaste de "querer tierra y querer sol", pero no dejaste de querer estar conmigo, seguías acompañándome esas tardes interminables, seguías mirándome fijamente desde el otro lado de la habitación, donde yo te ordenaba que te quedaras. No quería estar contigo y, aún menos, lo quise cuando me enfermé, cuando todos me dejaron. Pero tú seguiste en ese rincón de la habitación mirándome más fijamente que antes.
Siempre mal, sola, con la sangre escurriendo por mi brazos y mi cara de dopada por tantas pastillas, lo único que podía hacer era observar a mi alrededor, y lo único que veía era tu dulce rostro, siempre fijo en mí. Me mirabas con tanto amor, que no lograba entrar en mi cabeza drogada cómo no te desilusionabas de mí y me abandonabas definitivamente como todos los demás. Sé que tú también te desilusionaste, pero que no podías dejarme sola. Nunca me explicaste por qué no te ibas cuando yo te lo pedía a gritos, siempre escondiste tantas cosas, nunca me dijiste cómo te sentías al verme mal, al saber que yo estaba mal, nunca te quejaste de lo mal que te trataba, siempre estabas allí, en aquel rincón observándome, velando por mí. Nunca me dejaste sola; nunca te preocupaste primero por ti, por lo mal que te hacía ver a una persona tan enferma a diario, sólo te importaba que yo estuviera mejor. Y cuando por fin mejoré, no comprendí que fue porque tú me cuidaste, y lo atribuí a cualquier cosa, menos a ti, menos a tus cariños, tus miradas, tu amor. Porque tú me diste algo que nadie me entregó: confianza. Tú creíste en mí cuando todos pensaron que me iba a morir, y yo no fui capaz de decirte gracias, nunca lo hice y no sé por qué, por qué nunca te dejé estar a mi lado, nunca permití que me abrazaras, que me dieras un beso, que me dijeras que me querías, nunca te pregunte cómo estabas, nunca dejé que me demostraras todo el amor que me tenías.
Con la luz del Sol golpeando mis ojos, vuelvo a entonar esa melodía que desearía pudieras escuchar, "Yo quiero tierra, yo quiero Sol, quiero crecer y ser gran coscorrón". Ahora soy yo quien busca tu amor.